Cuando un espejo se hace añicos, lo único que nos queda es aceptar su rotura y la inutilidad de intentar pegar sus pedazos.
La vida te enseña que no hay pegamentos que arreglen lo que estaba destinado a romperse y que siempre habrá nuevos espejos en los que mirarse.
La mala suerte está en auto condenarse a un lamento trágico durante siete años, cuando es natural que en todo proceso de vida, la muerte siempre esté incluida.Por eso siempre escojo la comedia.
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