Devuélveme la bala

Me aferré a tu huida,
pretendiendo atarte a mis sábanas,
con el último empujón de un suicida.
Y desesperado,
corrí mentalmente en la dualidad hombre-dios,
engañándome al creer en un nosotros si persistía.
¡Qué otra cosa podía hacer para evitar tu partida!
Allí me dejé una parte de mi vida,
de una vida que la esperanza podría,
pero que no evitó que tomaras la casilla de salida.
¡Devuélveme la bala que me diera la vida!
Madrugada de muerte en el callejón de la alegría.

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